Vi los trozos de cristal en el suelo mientras pensaba: 'Dios mío, ¿pero qué he hecho?'
Tenía el escudo en una mano, la espada en la otra, y el gran dragón plateado delante. Era el momento de luchar.
Homofobia. El chico pasó la noche llorando. No quería que le llevaran a una clínica para ‘curarle’. No estaba enfermo. Movió su silla de ruedas y se fue a dormir.
Había crecido alejada de su familia. Había huido de su país por una guerra banal. Y por poco le mata una historia de amor sin sentido.
¡Catorce! ¡El ganador ha sido el número catorce! Miré mi boleto y allí estaba.
Su ropa, su pelo, sus brazos... Toda ella se convirtió en un millar de mariposas azules. Aún hoy siguen volando libres.
‘¡Este reloj está roto! ¡Ha dado 13 campanadas!’ gritó. Miré a mi hermano y me guiñó un ojo.